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40 »Ahora, oh Dios mío, te ruego que Tus ojos estén abiertos y Tus oídos atentos a la oración(A) elevada en este lugar(B). 41 Ahora pues, levántate, oh Señor Dios, hacia Tu reposo, Tú y el arca de Tu poder; que Tus sacerdotes, oh Señor Dios, se revistan de salvación y Tus santos se regocijen(C) en lo que es bueno. 42 Oh Señor Dios, no rechaces el rostro de Tu ungido; acuérdate de Tus misericordias para con Tu siervo David(D)».

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